La CORONA DE SONETOS es una composición compuesta por 15 sonetos.
El primero de ellos, llamado SONETO MADRE, da origen a otros catorce, en el sentido de que cada uno de sus versos es el primero de un nuevo soneto, que a su vez se cierra con el verso siguiente del SONETO MADRE y primer verso de uno nuevo y así sucesivamente hasta que el soneto final se cierra con el mismo verso que se inició la corona.
Mejor que las explicaciones, será seguir el desarrollo.
La Corona que va a continuación es obra de Mari Carmen Rodríguez Camargo y Jesús Gutiérrez tomando como base el SONETO MADRE titulado MI MUSA creado por Mari Carmen
CORONA DE SONETOS (Soneto madre)
MI MUSA
Mi musa es un gorrión en la enramada,
el vuelo de un halcón cortando el viento,
la rosa ya marchita y deshojada,
la lágrima de un niño y su lamento.
Mi musa es el almendro florecido,
las alas de la grácil mariposa,
el fuego de un amor desinhibido,
la gota de rocío temblorosa.
Mi musa es la belleza de la aurora,
el agua del arroyo en la corriente,
el valle que el otoño decolora
y el brillo de la luna incandescente.
Mi musa es una bella sinfonía
que está con la natura en armonía.
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1.- Madrigal
Mi musa es un gorrión en la enramada
requiriendo de amor a su pareja
y aquel enamorado, que a la reja,
acude cada noche, de su amada
Mi musa es la carita enamorada
de la niña feliz que ve perpleja
que ese su amor oculto lo refleja,
la luz robada al sol, de su mirada.
Mi musa no es de sueños irreales
que suspenden el alma y el aliento;
o goce con asuntos tan banales
que solo los percibe el sentimiento.
Una alondra que canta en los jarales
o el vuelo de un halcón cortando el viento.
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2.- Mari Carmen
El vuelo de un halcón cortando el viento
queriendo de su amada hallar el nido,
dejando entre las nubes su lamento
y el dolor de saber que la ha perdido.
Y cada atardecer, en el ocaso,
su viejo corazón sin ilusiones
la busca entre los montes del parnaso
sintiendo del silencio sus arpones.
La musa; de su amor compadecida,
cortó de su rosal la flor ardiente
posándola en sus alas dolorida
cuando se fue el halcón hacia poniente.
Tan solo hay en su lápida sellada
la rosa ya marchita y deshojada.
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3.- Madrigal
La rosa ya marchita y deshojada
que conserva su aroma y su textura,
es imagen de entrega y de ternura,
en el libro de versos conservada.
No pierde su belleza tamizada,
aunque pierda una pizca de frescura;
hay en su placidez esa hermosura
que amor presta a la vida así inmolada.
No deslumbra su cálida prestancia;
pero tienen sus hojas el fermento
de un amor no apagado. Su fragancia
calmará la pasión en el sediento
y enjugará con mimo de lactancia
la lágrima del niño y su lamento.
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4.- Mari Carmen
La lágrima de un niño y su lamento
por el yugo del hambre acorralado,
viviendo prisionero del tormento
sin saber quién así le ha condenado.
En la tierra sus lágrimas errantes
van cavando su tumba gota a gota,
bajo un cielo de estrellas rutilantes
que acogerán, de un niño el alma rota.
Y velarán su sueño todas ellas
bajo el almendro en flor de su nirvana,
y serán de sus voces, las más bellas
que le acunen cantándole una nana.
Cual sonrisa infantil que ha renacido
mi musa es el almendro florecido.
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5.- Madrigal
Mi musa es el almendro florecido,
explosión de vigor, belleza y vida;
nueva savia que asciende renacida,
señal de que el invierno ha fenecido.
Vuelven las golondrinas a su nido
y saluda el zorzal la amanecida
se embriaga de azahar Sevilla, ungida
de fervor, de pasión, de bulla y ruido
Mi musa es contemplar por la ventana
el incipiente verde, en la frondosa
alameda, al sol de la mañana,
a la abeja callada y laboriosa
y vibrar en la prímula cercana
las alas de la grácil mariposa
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6.- Mari Carmen
Las alas de la grácil mariposa
que liba de las flores su dulzura,
se agitan sobre un pétalo de rosa
que oculta su rubor en su hermosura.
La rosa, de un jazmín enamorada
se inclina hasta alcanzar la celosía,
para entregar su amor, apasionada,
al jazmín, que por ella florecía.
Al roce de sus hojas se estremecen
y enlazando sus pétalos desnudos
se funden en caricias y enloquecen
liberando el pudor de viejos nudos .
En su ignota pasión han encendido,
el fuego de un amor desinhibido.
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7.-Madrigal
El fuego de un amor desinhibido
carente de tabúes y censura,
vivido en libertad, con la frescura
del gozo que se sabe compartido.
Desconoce mi musa lo fingido
y va de la pasión a la ternura
y va de la imprudencia a la cordura
que ni vetado hay nada ni escondido.
Es por demás mi musa la chiquilla
ingenua, juguetona, generosa,
alegre, vivaracha y tan sencilla
que pasa de atrevida a ruborosa
cual palpita en la hermosa buganvilla
la gota de rocío temblorosa
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8.-Mari Carmen
La gota de rocío temblorosa
es de la noche, su sentido llanto,
que nos deja cual musa silenciosa
como perlas caídas de su manto.
De su manto, prendida va la luna
con sus velos de auroras boreales,
bordando las estrellas, una a una
con magentas y rojos de corales.
De corales mi musa va vestida
y de blancas espumas, es su enagua,
es del amor la fuerza desmedida
y de la mar, arena, sal, y agua.
Agua de manantial que siempre aflora,
mi musa es la belleza de la aurora
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9.-Madrigal
Mi musa es la belleza de la aurora
que nace de la noche y su tristeza
que sube desde el cieno a la grandeza
y pasa de frialdad a seductora.
Mi musa es por principio soñadora
que solo está en los sueños su riqueza
detesta por absurda la tibieza
que nada de los tibios la enamora.
Mi musa es desenvuelta y atrevida,
inquieta, bulliciosa y tan ardiente
que libre, impetuosa y consentida
me anega en la pasión de su torrente
como inunda los campos complacida
el agua del arroyo en la corriente
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10.-Mari Carmen
El agua del arroyo en la corriente
rugiendo hacia el barranco cual suicida
se lanza a la garganta del torrente
y al beso del otoño cae rendida.
El valle es una alfombra de colores
de rojos y dorados y magentas ;
al ocaso del sol con sus fulgores
reverdecen los tilos y las mentas.
La musa de las tardes otoñales
suspira entre las hojas oxidadas,
que danzan como alondras celestiales
al soplo de las brisas destempladas.
Al níveo atardecer, lágrimas llora
el valle que el otoño decolora.
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11.- Madrigal
El valle que el otoño decolora
se impregna de nostálgica añoranza.
El alma se sumerge en la bonanza
de recuerdos pasados que atesora.
Y quiere revivirlos sin demora,
pues alberga en su pecho una esperanza:
Que un amor no estrenado sin tardanza
ha de gozar en tanto da su hora
La savia que circula por sus venas
demanda amor en plenitud urgente
que rompa de tabúes las cadenas.
Pues no es en la otoñada irreverente
que con fuego de amor mate las penas
El brillo de la luna incandescente
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12.- Mari Carmen
El brillo de la luna incandescente
reflejado en el iris de tus ojos,
liberan de mis ansias los cerrojos
y busco en la pasión tu flor ardiente.
La musa del amor condescendiente
nos ciñe y nos anuda entre manojos
de besos; sin pudores ni sonrojos
mirándonos desnudos, frente a frente
De tu amor, es mi templo más sagrado
el claustro donde fluye la poesía,
que nace de los dos, cual canto alado
prendiendo mi deseo cada día.
En tu jardín de amor acorazado
la musa es una bella sinfonía.
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13.- Madrigal
Mi musa es una bella sinfonía
que entonan con el alma los sentidos.
Espíritu y materia en cuyos nidos
engendran el embrión de la poesía
Mi musa deja libres y en franquía
de la pasión ardiente los latidos
y combina los goces atrevidos
con los suaves licores de ambrosía.
Y se incendia mi musa en los abrazos
recorriendo una piel de seda y rosas;
y queda prisionera en tiernos lazos
por turgencias de fuentes generosas.
Rinde a Erato también la pleitesía
que está con la natura en armonía.
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14.- Mari Carmen
Que está con la natura en armonía
el lánguido suspiro de la aurora,
tiñendo de rubor al mar que adora
la nívea claridad de un nuevo día.
Mi musa con su arpada melodía
que al tibio amanecer con voz sonora,
le susurra, seduce y enamora
cuando alumbran sus auras la bahía.
Y al ocaso su canto vespertino
de la noche me anuncia su llegada,
y en mis versos su beso clandestino
es de mi inspiración, fuente dorada,
donde sacio mi sed de peregrino.
¡Mi musa es un gorrión en la enramada!
Madrigal y M. C. Rodriguez