Tercetos encadenados
ANUNCIACION
ANUNCIACIÓN
¡Dios te salve!, mujer, de gracia llena
el Altísimo en ti se ha complacido.
Yo en su nombre te doy la norabuena.
Dios para hacerse carne te ha elegido
y en tu vientre su trono ha preparado
para alojar al Hijo, Cristo Ungido.
Al escuchar al Ángel se ha turbado
y su humildad es tímida protesta
pues sabe que el momento no ha llegado
Ella está prometida y es honesta;
no entiende cómo Dios hacerlo puede
y pide humildemente la respuesta
Nada se ha de quebrar porque se hospede
en tu seno del Hijo la belleza
pues ello a su poder en nada excede
Ni ha de tocar en nada tu pureza.
En ti se cumplirá su singladura.
Si hermosa es en María su grandeza
no menos grande en ella es su hermosura.
FIDELIDAD
TEERCETOS ENCADENADOS
Homenaje a la fidelidad del Golden Retriever que llegó a casa
como terapia y compañía para el abuelo enfermo de Alzheimer.
Durante diez años cumplió a la perfección su cometido.
Cuando por desgracia sus servicios dejaron de ser necesarios,
comprendió que la misión estaba cumplida y decidió irse también.
FIDELIDAD
Llegaste a ser memoria de su olvido,
llenaste su silencio de ternura,
le hiciste recordar haber vivido,
rompiendo de su mente la clausura.
Le diste lo que más apetecía
afecto y juegos en su noche oscura,
le diste sobre todo compañía.
Su marcha te sumió en total quebranto,
tu pena se trocó en melancolía,
astenia, inapetencia, y hasta llanto…
quisiste acompañar así al abuelo.
La madre tierra os cubre con su manto.
Ojalá disfrutéis del mismo cielo.
EL PRIMER BESO
EL PRIMER BESO
Salen hoy de un rincón de mi memoria
los más dulces recuerdos, los más tiernos;
no marcaron mi vida ni mi historia,
pero son imborrables por eternos.
Dos luceros de miel y caramelo
que al mirar invitaban a querernos:
dos trenzas rubias de sedoso pelo;
sus manos prisioneras de mis dedos;
cálida piel de seda y terciopelo;
voz melodiosa que en acentos quedos
susurraba futuros impensados;
sueños de juventud, libres de miedos;
pero sueños felices y dorados;
sueños también de risas infantiles…
Eran sueños de dos enamorados.
Limpio ardor en los juegos juveniles,
-una tierna caricia era un exceso-
memoria de tormentas varoniles
en que nació feliz el primer beso.