LA CASADA INFIEL

LA CASADA INFIEL

¡Ay! La casada infiel del granadino.
Nadie pudo saber quien fuera ella,
ni siquiera nos dijo si era bella,
tan solo, que su cuerpo era divino.

Que sobre él recorrió el mejor camino
sin traba ni melindre ni querella.
Pensando que la moza era doncella,
se portó cual gitano genuino.

Silenció, por hombría, algunas cosas;
tan solo habló de muslos y de pechos
sin descender a estancias más umbrosas.

No quiso, por pudor, dejar maltrechos
el nombre y el honor que a las esposas
se debe aunque utilicen otros lechos.
Jesús